Un comerciante de
diamantes transportaba en un tren de la India un gran diamante desde Nueva
Delhi a Bombay. El comerciante sabía que
un astuto ladrón, famoso por sus atracos, intentaría robarle y que viajaría
junto a él.
El ladrón, en su intento
de hacerse del diamante, buscó
desesperadamente por todos lados, registrando todos los lugares que se le
ocurrían. No encontró el diamante. ¡No podía creerlo! El, que había hecho los
robos más increíbles, esta vez no lo había logrado.
Cuando el tren llegó a su
destino, el ladrón no pudo con su curiosidad y le dijo al comerciante:
-He fracasado, no pude
robarle el diamante. La verdad es que me ha sorprendido. Si no le importa
¿podría decirme dónde lo escondió?
Lo escondí en el bolsillo
de su abrigo. Sabía que ahí nunca lo buscaría. — añadió el comerciante.
De modo similar, por lo
general, buscamos la plenitud de nuestras vidas creyendo que proviene de una
persona, una cosa, un logro, un cambio o algo que te empeñas con todo esfuerzo
en conseguir.
Pero al igual que la
historia del ladrón de diamantes, esa plenitud que buscas está escondida en el
propio buscador.
Lo buscado es el propio buscador.
Ese buscador eres tú. Tú eres la fuente de toda plenitud. Y ella es tu propia
naturaleza. Mientras que esto no sea descubierto, te sucederá como al ladrón de
diamantes.
Namaste.
(Vedanta Academy Óscar Montero
y equipo)
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